Imágenes de la inauguración

La historiadora y crítica de arte Imma Pueyo hizo un análisis de la obra. Aquí lo tienes:

Tomàs Sunyol presenta este otoño de 2021 una serie de obras, realizadas recientemente, de pintura al óleo sobre una superficie de tela o madera texturada en las que podemos observar cómo desarrolla su lenguaje artístico básicamente abstracto, geométrico, con ligeros apuntes figurativos.

Es un trabajo que muestra dos maneras de percibir el espacio pictórico: por un lado en algunas piezas traza puntos de fuga, dibuja ligeras perspectivas y en otros proyecta una visión frontal plana. Lo hace con un lenguaje austero, un estilo simplificado y en ambas opciones se observa como la intención es depurar las formas, con el objetivo de eliminar cualquier obstáculo entre el pintor y la idea, entre la idea y el observador. Se trata de eliminar lo accesorio, de simplificar y aportar claridad a la imagen.

Destaca la singularidad plástica de cada una de las obras, así cada pintura se manifiesta con una existencia autónoma, como un mundo de arte concreto en sí mismo. Tomás Sunyol es experto en crear diferencias a partir de las proporciones de los campos cromáticos, la distribución, la relación y la intersección entre los colores, es decir, la proximidad y complicidad entre los vecinos que configuran un ámbito compartido.

Las composiciones son abiertas estructuradas por formas rectangulares horizontales y en paralelo, como si fuera una sección transversal de tres o cuatro niveles, en las que destacan los considerables campos de color. En los cuadros con perspectiva, la comprensión del contenido es más fácil. En las obras con visión frontal, para no perdernos, el autor aporta referentes como son los pequeños rectángulos luminosos que, al ser verticales y sobrepuestas en las bandas cromáticas, hacen un efecto arquitectónico. Representan puertas de luz abiertas en el interior del muro dentro de las cuales hay vida. Delimitan la ilusión de un espacio interior y según el periodo y el contexto en que se han pintado estas obras, nos pueden evocar aspectos de las calles urbanas durante el confinamiento.

El color es primordial por lo que regula los efectos visuales, ordena el espacio y crea una continuidad física. El espectador puede imaginarse como el espacio cromático continúa a ambos lados de la obra. En los trípticos, por ejemplo, se puede observar cómo, a pesar de la separación entre las piezas, el ojo percibe una unidad temática. Los espacios cromáticos densos y uniformes son también un vehículo de comunicación de emociones y de significados: el rojo asociado con la emoción / la pasión / el peligro, el amarillo evoca sentimientos de felicidad, el azul de tranquilidad.

Tomás Sunyol quiere que el espectador vea el espacio urbano a su manera, desde una mirada rápida, intensa, cercana a lo que le rodea. Se inspira en un espacio de experiencia, las calles de su ciudad: Badalona y lo que pretende es comunicar sentimientos y emociones humanas. El tema que titula VECINOS se define a través de una metáfora difícil: representar en el limitado espacio plástico una relación sin tiempo entre la dinámica urbana y la relación entre las personas que habitan una determinada ciudad y que puede integrar vivencias, generar tensiones, silencios. Composición y color se funden para dar el significado a la obra. Hay que felicitar a Tomás Sunyol para mostrarnos una visión urbana personal y contemporánea positiva, llena de vida y invitarnos a compartirla abriendo las puertas a su mirada diferente.

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