Inauguración Domènech i Sánchez (9 marzo 2018)

 

Gozamos del retorno de Josep Domènech i Sánchez a la Sala Rusiñol. Desde el 2014 echábamos en falta el rostro amable de este pintor. No es sorprendente el numeroso grupo de personas que le han querido acompañar en esta inauguración. No solamente él, sino también su obra —que respira quietud y placidez— atrae a nuestros espíritus.

 

 

 

 

El Sr. Josep Mª Cadena hizo gala de su veterana amistad (desde hace 20 años). Cuando habla de Domènech i Sánchez sabe muy bien de quién habla: «Es un verdadero gozo encontrarnos nuevamente con una obra tan sensible, emocionalmente auténtica y entregada a transmitir la belleza interior de los sentimientos humanos».

 

 

 

 

 

 

El crítico de arte entra en materia: «Sus obras nacen de la “niebla”, como cuando nosotros nacemos: no vemos, pero sí que experimentamos la sensación de que hay una persona que nos ama, que nos acoge… La criatura no sabe nada, pero se siente protegida, siente que alguien la ama. ¡Es lo que busca Domènech i Sánchez!».

 

 

 

 

 

 

Después de expresar su agradecimiento, el pintor ha atendido algunas preguntas. Una de ellas va sobre las nuevas incorporaciones a su temática. Entre otras cosas, nos explica que, además de los silencios, intenta incorporar enigmas, como por ejemplo los relojes sin agujas que interpone en algunas de las figuras. Enigmas que quedan abiertos a la interpretación de cada uno: “El poema es de quien lo lee”, nos ha dicho.

 


 

 

 

 

Josep Domènech ha cambiado de estudio, de oficio (viene del mundo del trabajo de la madera). —«¿Qué ha supuesto todo esto en tu vida pictórica?». —«Me he “jubilado”, lo cual significa libertad de actuación. Ciertas circunstancias me han hecho cambiar: soy el mismo, pero he podido introducir investigación y renovación». .

 

 

 

 

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