Inauguración de Domènech i Sánchez (3 octubre 2014)
Tonos tierra, tonos tostados, tonos de suave sensibilidad, tonos de íntima profundización… son los que Josep Domènech Sánchez nos muestra en la Sala Rusiñol desde el pasado viernes, día 3 del mes 10 de este año corriente. La fecha no es casual, tal como se verá más adelante…
Según el autor, «la belleza es captar un momento muy especial: una sonrisa, una mirada, un abrazo, una puesta de sol. Son momentos en los que captas el máximo de sensibilidad». Estos momentos son los que quieren reflejar los tonos usados por el artista. Así es la pintura de Domènech i Sánchez.
«Sin ver la firma, ya sabemos que es él»: así introdujo Ignasi Cabanas el acto de inauguración. ¡No le faltaba razón! El Sr. Josep Mª Cadena, por su parte, nos presentó al pintor de la manera más sorprendente: con el número 13. Y es que el trece (13) es el número del pintor: no por supersticioso, sino por la vida misma… En efecto, él nació en Barcelona en el número 13 de la calle Picalquers, un día 31 (13 al revés), de un mes tres (es decir, marzo), del año 1952 (52 es cuatro veces 13). Y, para rematar lo dicho, resulta que «HOY, el día de la inauguración, es el 3 del mes 10: en total, diez más tres suman trece».
La razón del 13, según Cadena: «El pintor cree en el 13 porque cree en lo que hace. Todos podemos hacer cosas bien hechas, pero no todo el mundo cree en aquello que realiza. Él creyó tozudamente que tenía que pintar, y hacerlo de la mejor manera posible: amando lo que hacía. Si ustedes ven su pintura, adivinarán una actividad manual: dar color a la madera —justamente, el oficio que él tuvo inicialmente—. De ahí aprendió el amor a la textura, el amor a las cosas… Todos estos cuadros representan el espíritu, representan la confianza en la pintura, la fe en la persona».
El artista agradeció el comentario crítico del Sr. Cadena, y también dio gracias a los asistentes por su participación. Se ofreció a hablar de aquello que le preguntaran desde el público. —«En tu estudio tienes un pincel colgado: ¿qué significa?». —«Es un “homenaje” al pincel. Cuando comencé a pintar usando otras técnicas, como la de pasar trapos por encima del lienzo, colgué aquel pincel, simplemente para ponerlo en algún lugar… ¡y allí se ha quedado, como un homenaje!.
Alguien que conoce de cerca al pintor le preguntó: —«¿Qué representa el tenis de mesa en tu vida?». —(Ríe) «Es el deporte que yo había practicado de joven… Para mí significa la lucha contra uno mismo. Me sirve de distracción y de superación. Me ayuda a desconectar». Otro de los asistentes recordaba que una vez le preguntaron a Domènech i Sánchez cómo pintaba. Y la respuesta había sido: «Yo no pinto; yo despinto. Después de una pátina muy fina, voy dejando restos…».