Inauguración Almazán Miquel (5 mayo 2017)
¡Treinta y un años de Sala Rusiñol! Como cada mayo, reservamos estas fechas para alguna exposición “especial”. Esta vez, hemos escogido al añorado Lluís Almazán Miquel que murió el 2010. Sus tres anteriores exposiciones en la Sala Rusiñol dejaron huella. ¡Las recordamos!
Para cubrir su inevitable ausencia física, nos ha acompañado su viuda, Marta, y otros familiares y amigos. Expresamos nuestro agradecimiento a la familia del artista en tanto que ha puesto a disposición el legado de Luis, bien para ser admirado nuevamente, bien para poder ser adquirido y tenerlo en casa.
En esta muestra, en primer lugar, podemos encontrar los “trastos” típicos de Luis Almazán: lecheras, quinqués de petróleo, vehículos de desguace, bicicletas antiguas (sobre todo), molas de afilar, botellas vacías, cajas de galletas… A todo ello se añade una temática —diríamos— más moderna, más reciente del pintor: la actividad portuaria, con barcos amarrados, diques y edificios emblemáticos del puerto de Barcelona.
Según Josep Mª Cadena, más allá de un homenaje, esta exposición quiere ser una «afirmación de las virtudes de un pintor en un tiempo en que la sociedad comienza a estar preparada para recordarlo». En este punto yace una cuestión importante: los pintores tienen una vida corta teniendo en cuenta el tiempo que necesitan de preparación. Aunque haya tenido una vida artística desde joven, en realidad el pintor comienza a explicarse bien cuando tiene cuarenta años. En esta etapa ya es consciente de lo que quiere explicar: su sociedad, el futuro, etc. Entonces el pintor es testigo de lo que vive y también de las aspiraciones colectivas…
El crítico de arte también ha expuesto su opinión sobre la estrecha relación entre lo que quiere ser la Sala Rusiñol y lo que deseaba ser Luis Almazán. El punto de encuentro es el “realismo poético”. En efecto, la figuración —el estilo promovido por la Sala— es defendida porque hay un espíritu más allá de lo que se representa. Los cuadros —lo vemos en Almazán Miquel— representan lo que vemos, pero ahí hay un valor añadido de explicación…
Finalmente, tomaron la palabra Joan Peix, gran amigo de Luis, y Marta. El Sr. Peix describió a Luis como «un amigo excepcional» que vivió repartiendo amor y amistad, dejando un legado de luz y vida, reflejados en su pintura». A la vez alabó del homenajeado su visión espacial, el tratamiento exquisito de la luz y su realismo, reflejo de su vitalismo. Marta, por su parte, expresó un sentido agradecimiento y añadió simplemente: «Se merece todo lo que se ha dicho».