Inauguración Josefina Ripoll (5 junio 2015)


Josefina Ripoll es una de las manos más veteranas que expone en la Sala Rusiñol: está a punto de los noventa (lo dice ella misma sin ningún reparo). Pero, al mismo tiempo, es difícilmente superable en jovialidad. Prueba de este talante juvenil es su inquietud y la renovación temática con la que nos ha sorprendido en esta inauguración…

Prácticamente no ha sido necesaria ninguna presentación de la artista por parte de Ignasi Cabanas: Josefina ya es bien conocida en la Sala Rusiñol. Josep Mª Cadena toma la palabra directamente. Él dice conocer a la pintora desde hace tiempo, desde su juventud… «Josefina describe muy bien la naturaleza activa, siempre en movimiento y fecunda. Es como si ella nos dijera a través de la naturaleza descrita: “La vida continúa”».

Josefina Ripoll es conocida por las esplendorosas pinturas de flores. Ella —ha escrito Cadena— «observa y ama la vida vegetal que llena el jardín de su casa en Teià (Barcelona), y a la manera del gran místico san Juan de la Cruz, quisiera que la armonía y la belleza que ella ve crecer de la tierra anidara en los corazones de las personas».

La sorpresa han sido los temas marítimos. «Josefina capta las primeras impresiones de un mar agitado como lo pueda estar un ánimo conturbado que necesita serenarse. La inquietud proviene de la lucha por el dominio de la realidad que tiende a colarse, y la efervescencia de este choque es la espuma de la corona de la ola. Ripoll, artista que sigue buceando en el mar inmenso en el que todos somos náufragos a la deriva, es ola que no descansa, y por muchos años» (de la reseña de Josep Mª Cadena).

Cuando Josefina ha tomado la palabra, la inauguración ha decantado hacia un aire de tertulia. La Sala estaba llena de admiradores, amigos y seguidores de la pintora. —«¿Qué flor te gusta menos?». —«Me gustan todas, pero la que menos es la rosa, porque no tiene vida». Al abrirnos el corazón, ella nos confía que ahora —como si fuera una etapa final— se ha decantado por el mar, por un mar que siempre ha visto y echa de menos: el mar de Menorca. Lo tiene como fotografiado en la cabeza… La última referencia ha sido para sus amigas-compañeras-discípulos: Josefina se siente contenta tanto por su pintura como por el hecho de haber podido crear tendencia a su alrededor.

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