No hablo de crisis en el Arte, sino de Arte en la crisis
«El arte de sacudirse la crisis con el Arte» es la sección que recoge nuestros diálogos con Joseph Hostench, asesor de estrategia. Los temas (economía, crisis, consumismo, ahorro, inversión en Arte, etc.) son abordados espontáneamente, al hilo de nuestras preguntas.
Sala Rusiñol: Los de a pié todavía recordamos cómo, hasta hace poco se publicaban a bombo y platillo los enormes beneficios TRIMESTRALES de bancos y grandes empresas inmobiliarias… Y ahora parece que no ha quedado nada de nada. Para colmo se pretende que el Estado los debe «rescatar». Y a mí, ¿quién me rescata?
Joseph Hostench: ¡Nos toman el pelo! Los mismos que han abusado de la gente y que -en buena medida son los principales (aunque no los únicos) responsables de la crisis económica- ahora deben ser salvados por «papá Estado» (con los impuestos que pagan los particulares y las empresas que aún tienen beneficios).
No nos parece justo.
Ciertamente, no parece justo, pero, probablemente, no haya más remedio: el sistema financiero no puede caer. Si eso ocurriera, las consecuencias serían mucho más desastrosas para todos. El mundo no puede funcionar sin un sistema financiero al servicio de la producción y del comercio.
¿Al servicio de la producción y del comercio? ¿De qué servicio nos estás hablando? Porque nos cobran por cualquier cosa: el Estado nos cobra por levantar la reja o por ganar dinero, los bancos por cualquier transferencia, comisiones por todas partes… ¡Oye: esto es indignante!
Sí, lo es. Una de las causas de la crisis es, precisamente, la «inflamación» del sector financiero.
Me explico: el dinero fue inventado para facilitar el intercambio de cosas y prestaciones. Por ejemplo, si vais al súper a hacer la compra, no podéis pagar con cuadros u obras de arte, sino con dinero. Por tanto, el dinero es y debe ser un medio.
Pero en los últimos tiempos, cada vez más, por decirlo de alguna manera, bastantes «entidades financieras» han empezado a funcionar como «fábricas de riqueza».
No sé si os suena lo de la «ingeniería financiera». Bancos y asimilados, cada vez nos han vendido cosas más raras, de las que apenas entendemos. Eso sí, con nombres muy sofisticados («activos financieros») y prometiendo unos buenos intereses.
Sí, yo conozco el caso…
Para casos yo podría contarte todos los que quieras… La casuística es amplia.
A más de uno, primero, le han recibido con todo tipo de reverencias y lujos en los «palacetes financieros». Luego te estudian tu propio» perfil» para asesorarte acerca del «activo financiero» que más te conviene para invertir TU dinero, etc., etc. Todo muy elegante, pero después, al cabo de un tiempo, vas y no te devuelven el dinero (ni ellos mismos saben dónde ha ido a parar).
¿Cómo que no saben?
Curioso, ¿verdad? Un ejemplo de juzgado de guardia: el mismo día en el que hundía el Lheman Brothers, aquel mismo día, una entidad financiera alemana invertía 300 millones de euros en el Lheman. ¡300 millones a la basura directamente!
No sé de qué personas serían todos esos millones, pero ahora deben estar de bastante mal humor. Y… ya se ve algunos «asesores financieros» saben mucho menos de lo que nos imaginamos.
Es decir: que si tú inviertes en un cuadro sabes dónde pones el dinero bastante mejor que si lo metes en los circuitos financieros y bancarios (o en otros negocios «espuma»).
Y si reclamas…
¿Reclamar? Tú eres nadie frente a esos macro-abusos. Tú no controlas la inversión, no puedes hacer nada. Ellos le echan la culpa a EE.UU o a la «crisis mundial», y anchas Castilla.
Distinto es cuando inviertes en Arte: tú tocas y controlas tu inversión. Además, tu inversión en Arte luce y la puedes hacer lucir en tu casa, lejos de los anónimos y misteriosos vaivenes inmobiliarios, bursátiles, etc.
Aunque sea un poco cambiar de tercio, ¿es una crisis generalizada? ¿Afecta a todos en todo el mundo? ¿Habrá crisis en el arte?
¡Sí y no! Desde luego se trata de una crisis económica internacional. Pero ni afecta a todos, ni a todos por igual, como ya se dijo: depende del grado de intoxicación de cada país, de cada empresa o de cada familia.
¿Crisis en el arte? No. ¡Precisemos! No hablo de «crisis en el Arte», sino de «Arte en la crisis».
En fin…, como tú digas, pero todo suena igual.
¡En absoluto, caballero! Lo que está en crisis es -en general-la actividad económica. En cambio, el Arte (con mayúscula) no está en crisis. Los artistas tienen que trabajar y producir obras buenas para ganarse la vida. Los artistas no pueden permitirse el lujo de vivir de la especulación y del cuento.
¡Primera noticia! Así, ¿hemos de estar contentos los artistas y profesionales del Arte?
Pues sí. Más aun: con el Arte podemos defendernos de los abusos (y consecuencias) causados desde la actividad económica y mercantil.
Oye, nos estás saliendo más filósofo que economista.
¿Eso os sorprende? La actividad económica conlleva mucha filosofía (buena o mala), mucha cultura (buena o mala) y mucha ética (buena o mala). Eso ni se dice ni se enseña.
¿Buena o mala? ¿Qué significa eso? ¿Es malo el mercado? ¿Es malo el comercio?
El mercado («lugar» de encuentro entre oferentes y demandantes) es un instrumento; en sí mismo no es bueno ni malo: puede ser útil. La actividad comercial, por su parte, es signo de vitalidad social.
Entonces, ¿cuál es el problema?
El funcionamiento de los mercados (permítaseme esa expresión) «arroja efectos perversos» cuando el mercado vive envuelto de pensamiento débil («no existe la verdad»), de cultura barata («lo importante es tener salud y vivir la vida»), de in-moralidad («no importa hacer trampas porque, a fin de cuentas, todos las hacen») y de a-moralidad («no hay valores, y, si los hay, es cosa de cada uno en su vida privada; lo importante es que la sociedad funcione»).
Bueno, dejemos de lado todo eso; no nos vayamos del tema…
¡Usted se lo pierde!
No, no, tranquilo: recuperaremos el tema en la próxima ocasión. Ahora, por favor, a lo que íbamos: ¿cómo puede uno defenderse de la crisis económica con el Arte?
Bien sencillo: evitar el consumismo, ahorrar e invertir en Arte.
¡Sí, hombre! Cuénteselo al que acaba de caer en el paro.
No, no; procuro contárselo a todos antes de hipotecarse hasta las cejas, antes de fundir caprichosamente los ingresos, antes de alargar el brazo más que la manga…
Y, si uno, como tú dices, se ha hipotecado, fundido y «alargado»…, ¿le va a hablar de Arte?
De momento no. Si uno -por desgracia- se encuentra en tal situación le recomiendo dieta: «adelgazar», aguantar el palo (es decir, purgar) y aprender para la próxima vez («más vale prevenir que curar»).
Mira, en las épocas de crisis surgen muchas oportunidades, pero hay que estar «sano» para buscarlas, verlas venir y aprovecharlas.
Eso es básico: no se puede emprender nada ni invertir sin previsión y sin buena salud.
Bueno, supongamos que haya buena salud, como tú dices, ¿cuál es, entonces el secreto del Arte?
La inversión en Arte es como una carrera de fondo: es más reposada, menos especulativa, menos crematística, mucho más estable. Frente a la crematística de la inversión financiera e inmobiliaria tiene múltiples ventajas (…).