Inauguración Malvehy (4 septiembre 2015)
Eduard Malvehy da el disparo de salida de la nueva temporada 2015-16. Lo hace con una pintura fina, que produce una sensación plácida. Justamente en estos días, en los que volvemos al ruido de la vida cotidiana, agradecemos esta visión serena de los espacios —urbanos, mayormente— en los que nos movemos y vivimos.
Ignasi Cabanas nos dispensa la bienvenida, presentándonos a Eduard, artista bien conocido en la Sala Rusiñol: es la quinta vez que expone con nosotros. Es mismo título de la muestra —“Paisajes 2015”— nos anuncia su contenido. En ella la citada sensación de orden y placidez alcanza a paisajes muy “cosmopolitas”, como Nueva York, París, Londres, y otros también urbanos pero más “rústicos” y más cercanos geográficamente, como Cadaqués, Vic, Sitges…
El Sr. Josep Mª Cadena comienza también saludándonos en este inicio de etapa, y alaba a la Sala Rusiñol y a sus gestores por su «voluntad de continuar y mantenerse en el mismo lugar». La obra de Malvehy está hecha a base de una «pintura limpia», nos dice. Unos y otros paisajes, quizá por su aire cubista y por las líneas arquitectónicas rectas, contribuyen a una impresión de orden e idealización de la vida ciudadana, gracias al esfuerzo colectivo de superación. En conjunto, todo ello nos lleva a «esta alegría y conciencia de que las cosas pueden ir mejor».
El artista nos habla de la belleza de las ciudades reflejada a través de sus características arquitectónicas y plásticas. Alguien le comenta que sorprende que, tratándose de paisajes urbanos, el agua es un elemento muy presente en sus cuadros: —«El agua es mi bebida preferida. Me gusta el agua y como pintor constituye una parte —un recurso— importante de mi trabajo. Plásticamente es hermosa; acompaña muy bien a los edificios»..
Le preguntan si es casualidad que los cuadros más grandes sean precisamente de ciudades más grandes. —«¡No necesariamente! También tengo —en esta misma exposición— cuadros pequeños de ciudades grandes… Pero sí que es verdad que las grandes ciudades se prestan a representaciones más grandes, que ocupan más espació». Otro de los asistentes se sorprende por no ver ningún paisaje de Zaragoza, la ciudad donde vive Eduard Malvehy: —«También pinto paisajes de Zaragoza, ¡pero no he traído ninguno!».
